lunes, 31 de enero de 2022

Tres autómatas y un quechua

 (parte tres)

por Paul C. M.*

* alef28bet@gmail.com

 ***

“Me gustaría conversar un poco”, le dijo una vieja Xiang a Shimón, estaban sentados uno frente al otro tomando una taza de té, ella lucía una mirada que reflejaba su curiosidad y su expectativa en su interlocutor. Se encontraban en una habitación iluminada por una luz tenue que era proporcionada por una ventana cercana a la anciana mujer, por donde se podía ver el bonito jardín de la residencia de Xiang, en Chongqing. 


“Cuando me enteré de la muerte de Avelina, me pareció que me estaban haciendo una broma de muy mal gusto. Lamentablemente, no fue así. Cuando visité a su madre, no podía creer que todo lo que ella había construido se había esfumado. ¡No podía ser! ¡No! Era como si ella no hubiera existido, pero, ¡las autómatas eran reales! ¡Las teníamos! Cuando se enviaron más agentes a buscar más pistas, nada encontraron. Sentí un profundo despreció por su estúpido padre. Destruir objetos tan valiosos por un sentimiento de inferioridad. Lamentable”.


“Siempre recuerdo con cariño las conversaciones que tuvimos. Después de todo este tiempo, al verte aquí, entiendo mejor lo que me dijo. ‘Sueños proyectos en el futuro’”.


Shimón observaba a la mujer china, era la primera vez que la veía y ella le hablaba como si se hubieran conocido hace tiempo. Se preguntaba cómo había llegado a estar en este lugar, frente a una de las científicas más importantes de China, tal vez del planeta. Él sabía que la mujer había realizado grandes contribuciones a la ciencia y la tecnología, aportaciones que perdurarán por mucho tiempo. Nuevamente la pregunta apareció en su mente, “¿Qué hacía él en este punto de la realidad?”


Xiang continuó hablando. “‘Un sueño proyecto en el futuro’. Una frase que suena bien para una historia de ciencia ficción. ¿No lo crees?” 


“Cuando supe de tu existencia y de la otra autómata, la frase cobró vida y comenzó a andar frente a mis ojos. Me gustaría seguirla por un momento”.


“Has cruzado el Pacífico desde la CDMX hasta aquí, tal como ella lo hizo hace tiempo. Aunque, ahora la CDMX es muy diferente. Más gente, más luces que se mueven en la noche. Y últimamente, más extraños personajes camino en el día por sus calles ...”


 “Cuéntame, ¿cómo es la vida con la autómata? ¿Cuál es el color de su cabello?”, le pregunto Xiang con una enorme emoción en sus palabras.


Shimón, después de escucharla, sintió que podía hablar libremente con la vieja mujer, había algo en ella que le inspiraba confianza. Por lo que, sin mucho recató, sabiendo que la mujer frente era una persona seria, que si algo preguntaba es porque realmente estaba interesada en saber. Su fama la antecedía. Una mujer formidable, sin igual. Al menos así él la veía. Aunque, Xiang sabía que todo esos halagos sólo podían ser para Avelina.


Le contó algunas experiencias de su vida con Sofía. Detalles de su personalidad. De las cosas que le gustaba hacer y aquellas que no. De los gestos de su rostro cuando ella dormía (así le parecía, él mismo no estaba seguro si la autómata era capaz de dormir). Le platicó cómo le ayudaba a escribir sus historias de ciencia ficción. De los momentos, en que sentados uno junto al otro, él, con gran emoción, se narraban sus sueños. Y varios otros sucesos cotidianos con ese objeto inusual.


Xiang con gran interés escuchaba como la variante divergente de su propia Sofía actuaba. Un sueño proyectado al futuro.


Shimón continuó contando más anécdotas. Luego de un momento le preguntó a Xiang si podría hablarle sobre Andrés. El tema le intrigaba. No quería perder la oportunidad de saber más.


Desde el mensaje de Andrés, que sorprendió al mundo, el orden común se había alterado. Los chinos estaban bajo un constante ataque mediático promovido por las naciones occidentales más poderosas como los Estados Unidos, que parecían buscar excusas para iniciar una guerra contra ellos. Pero era poco probable que algo comenzará, sus reales preocupaciones estaban en controlar a sus propios ciudadanos.


Shimón se preguntaba si Andrés era también un elemento en la historia que está viviendo. Le parecía que vivía en la historia que Alfredo le llegó a pedirle. Humano y autómata viendo una extraño romance, seguido de extraños acontecimientos. ¿Cómo saber que no era así?


***


Shimón había estado trabajando en varias historias para las plataformas de entretenimiento masivo por Internet. No había mostrado mucho interés en conocer la historia política de su país. Aunque su curiosidad y interminable deseo de leer, le había inducido a saber varios detalles sobre el tema.


Sabía que Andrés había comenzado a hacer ruido hace tres décadas. Shimón no había nacido.


A sus 6 años, Andrés organizó a los trabajadores petroleros en Tabasco para demandar mejores condiciones laborales. En aquella época, él gastaba 10 horas de su día a ver animaciones niponas y películas gringas, de serie B, en el pequeño televisor de la familia. Las imágenes electromagnéticas le daban un placer que alteraba la composición de sus retinas y de sus neuronas. De vez en cuando salía al exterior y sentía la luz y el calor del Sol. Se preguntaba por qué la radiación del televisor, tan brillante, no era cálida como la del astro rey, el cual se encuentra a 150 millones de kilómetros. Su imaginación se concentraba en cosas trascendentales, los sucesos humanos eran demasiado efímeros para él. 


Recordaba haber escuchado, de vez en cuando, el nombre de Andrés y sus excentricidades. Cuando iba a comprar unas quesadillas para el desayuno del sábado, parado, mientras esperaba su pedido, escuchaba a las comensales discutir sobre las acciones y dichos de Andrés. En algunas ocasiones, las discusiones se volvían airadas y las ideologías salían a flote, lo cual generaba una fuerte polarización.


Cuando tenía 10 años, su padre lo había llevado a un mitin, donde al terminar le dijo, “Andrés educa al pueblo”. Le pareció adecuado lo que su padre le había dicho. El discurso de Andrés, en parte política y en parte técnico, fue extravagante. La gente al irse se preguntaba si la entropía generada por la corrupción se podía medir con la expresión de Shannon, que consistía en la suma de los valores de la forma -plog(p) y donde p era la probabilidad de mentir de un político estándar. Una excentricidad para alguien que quiere atraer seguidores, pensó Shimón.  Aunque, el uso de frases del cristianismo del siglo primero, mezclados con el sueño tecnológico y el ideal prohumanista, hacía que las personas, sin entender la entropía de Shannon, confiaran en Andrés. 


Cinco años después, cuando sus padres tomaban la cena, vió sobre la mesa del comedor unos panfletos del movimiento político de Andrés. Su padre al notar que los observaba, le contó que había asistido a un mitin. “En su discurso mencionó como las señales de la televisión y la radio encubren la corrupción de los gobernantes, la tecnología había sido malversada (...) El pueblo debe comenzar a vivir una vida adulta en lo que respecta a la creación de la tecnología (...) Para construir una sociedad en la que los individuos ejerzan su derecho a soñar, a vivir en paz y en bienestar. Dijo, recordando el Sermón del Monte, ‘Bienaventurados los que escuchan la verdad, por que la verdad los (…) Por lo que es necesario que los medios tecnológicos para la comunicación sean accesibles a todos. Si la tecnología es acaparada por los corruptos, por la mafia del poder, sólo su voz se puede escuchar. (...) ¿Ven este micrófono?, lo diseñé y construí, como el sistema de audio que aquí aprecian. El medio es mío, ahora quiero que sea suyo (...)’. Luego se repartieron estos cuadernillos, en donde se explica cómo construir, con materiales caseros, un sistema de audio para hacer que nuestra voz se escuche”.


La anécdota de su padre le pareció curiosa. Sin embargo, siendo él, su imaginación se concentraba en las autómatas.


Al crecer Shimón, a diferencia de lo común, su interés en entender la realidad a través de los mecanismos formales de la imaginación creció. Aquellas horas frente al televisor habían cambiado su cerebro para que fuera capaz de aceptar la realidad de la imaginación, describir y crear el futuro. Y, aunque no lo deseaba mucho, también aprendió a entender la simple naturaleza de las emociones humanas. De esta forma, la propia historia de Shimón se iba escribiendo, sin que él se percatara de ello, en donde uno de los elementos, sin saberlo, era Andrés. Ellos nunca se conocerían, sin embargo, como es usual, la existencia de los objetos siempre se conecta de una u otra forma.


***


Andrés intentó en tres ocasiones ganar la presidencia del país de la CDMX. En las dos primeras, tuvo que perder para entender los sutiles mecanismos de la corrupción y la enajenación del amor al dinero. Había recopilado información valiosa en estos dos primeros experimentos. Cuando compitió nuevamente, sus adversarios lo acusaron de ser un fanático del poder, como ellos mismo lo eran en verdad. No comprendieron que él anotaba datos, registraba cantidades, movimientos, creaba modelos matemáticos, realiza simulaciones y proyecciones futuras. Su materia blanca aprendía, dando como resultado que en su tercer intento ganara.


Siendo presidente del país de la CDMX, Andrés siguió una estrategía de comunicación continua y diaria con el pueblo. Daba largos discursos, que parecían ser el discurso de un fanático religioso, aunque con tintes technochamanicos, lo que los volvía más estrafalarios. Sin embargo, muchos lo veían como un profeta prohumanista.


Shimón, en una ocasión, escuchó una de sus conferencias matutinas. “Recuerden que tenemos la bendición de dios y la ciencia(...)”. La frase le gustó, le hizo pensar en sus sueños infantiles sobre las autómatas. En ese momento, Shimón estaba escribiendo una historia sobre la evolución, o eso intentaba. Al escuchar las palabras de Andrés, se dijo, “Sería bueno escribir algo sobre autómatas, máquinas capaces de ser verdaderos seres racionales y, al mismo tiempo, con la capacidad de soñar, de tener esperanzas, de querer ser más humanos y más que humanos (...)”. 


Conforme el periodo presidencial de Andrés avanzaba, sus primeras acciones, de una aparente aleatoriedad, movidas, aparentemente, por la arrogancia y aplicadas con autoritarismo, comenzaban a estabilizarse en cosas que no parecían ser reales. Era como si Andrés tuviera un sentido o la capacidad para ir a un determinado futuro.


La gente que creía en él, lo apoyaba principalmente por llevar la vida de un verdadero beato, pero tenían sus dudas sobre el rumbo que el país tomaría. Sus detractores, calificaban sus decisiones como acciones tomadas al aire, ridículas, estúpidas y poco serias. Sus aliados más próximos lo seguían por simple fé. 


La primera mitad de su gobierno, la aplicación de sus planes parecía intensificar los problemas del país, más violencia, pobreza y decadencia. Pero de la misma forma en que se da la convergencia de sucesión numérica, lo relevante no es el inicio sino el final. 


Al final de su gobierno, el peso de las decisiones cayeron por el efecto de las buenas estimaciones. Como un milagro, la nación se estabilizó en paz y orden. La tranquilidad comenzó a respirarse diariamente.


Los logros obtenidos beneficiaron a Claudia, una cercana colaboradora de Andrés, quién se convirtió en la primera mujer en gobernar el país de la CDMX. Ella no poseía el carisma ni las habilidades de Andrés, sin embargo entendió que era mejor dar continuidad al proyecto de Andrés, en lugar de tratar de hacer algo más propio. Ella y su posterior sucesor en la presidencia, eran elementos estándares, gente común queriendo poder o algún tipo de transcendencia banal. Andrés aprovechó sus deficiencias y ambiciones para que ambos se autocomplementaran y así cumplir sus objetivos. Ellos ejemplificaban adecuadamente que la colocación de engranajes en las posiciones correctas dan un incremento o disminución en fuerza o velocidad.


Alguien llegó a pensar que, de alguna manera, Andrés podía calcular las contribuciones individuales y entender el resultado de la fuerza colectiva de una forma muy precisa. Andrés había seleccionado a ‘personajes menores’ para formar su equipo de trabajo, con características de ser casi honestos, casi capaces, casi talentosos, casi (...). A veces se podía ver gente sobresaliente como poco diestra. Sin embargo, los resultados globales eran buenos. ¿Cómo había calculado los lugares, las posiciones, los tiempos y la combinación de los personajes menores para obtener un equipo óptimo? ¿Cómo cuantificar la ineptitud natural para obtener algo aceptablemente bueno y útil?


Unos días después de tomar posición el sucesor de Claudia, Andrés, quién se había mantenido alejado de la vida política y social del país, mientras que en el país de la CDMX el bienestar aumentaba inusualmente, como si una sustancia radioactiva hubiera inducido un crecimiento acelerado, dió una gran sorpresa, que cambió la estabilidad de la civilización humana. Casi todo el planeta miraba a la CDMX y se preguntaba sí era real.


***


Andrés realizó una transmisión en vivo, al principio sólo se veía por la Internet, luego conforme avanzaba el tiempo, comenzó a difundirse en todo medio posible.


Comenzó explicando lo ya conocido. Cómo el sufrimiento causado por la injusticia social lo había marcado. Testigo, desde su nacimiento, de la brutalidad contra los más desafortunados de esta vida (prácticamente todos), en especial contra los indígenas, quienes siendo las sociedades humanas más antiguas, recolectoras de experiencias y conocimiento de millones de días, eran destruidos. Su profesor de historia, en la escuela elemental, le había contado acerca de la revolución cubana, el marxismo, la lucha de clases, y el pensamiento revolucionario. Entendió que la gran corrupción provocada por la avaricia y el egoísmo, destruía las esperanzas de la gente común a vivir un futuro mejor. Naciones imperialistas y empresas transnacionales glotonas, cuyos capitales pecaminosos y sus ejércitos privados, reducían el mañana a un futuro distópico, una globalidad colonial racista. Tal cosa debía cambiar. En todo el globo, había esperanza de un mañana distinto. Sin embargo, el sistema corrupto corrompía fácilmente. Las propias debilidades naturales lo impedían. La realidad de la civilización humana era seguir cambiando para dejar más sufrimiento, debido a su limitada humanidad y a su mucha inteligencia irracional. ¿Cómo cambiar?


Fue cuando declaró. “Un grupo de tecnólogos chinos han creado una herramienta para ayudar a la civilización humana. Para dirigirla a un futuro esplendoroso (...)”. Sólo los jóvenes, conectados a la red, que participan en competencias virtuales, acostumbrados a los colores brillantes y a los videos de gatos y perros en situaciones chistosas, les agrado saber qué tal vez podrían ahora jugar en total inmersión en realidades alternas.


***


Andrés había nacido en Tabasco. Provenía de una familia estándar, en los términos de las que existen en el país de la CDMX. Numerosa y hambrienta. Su sangre es una mezcla de africanos, europeos e indígenas. Alimentada de maíz, guajolotes, chocolate y pulque. Formando una de las más recientes variantes genéticas de la especie humana.


Fue en Tabasco, por influencia de las circunstancias y los dogmas conservadores, que comenzó su carrera política. Dónde, además, se dieron los primeros pasos para cambiar la condición de la civilización humana. Los seres del mañana, al referirse a este momento, lo nombraran como ‘el Mito del Oibmac’.


Andrés, con 36 años, compitió por la gubernatura de Tabasco. Perdiendo por un limpio fraude, decide hacer una protesta pacífica que llama la atención de los ciudadanos. Realiza una marcha a pie desde Tabasco a la CDMX, más de 952 kilómetros, y a la que llama ‘Éxodo por la Democracia’.  


Los corruptos gobernantes infelices con la algarabía de Andrés, planean su muerte.


El atentado contra su vida se ejecutó satisfactoriamente. Los primeros reportes sobre el suceso alegró a pocos y preocupó a muchos. El Éxodo por la Democracia había comenzado con una pequeña comitiva, que conforme avanzaba a la CDMX crecía. Por lo que muchos fueron testigos del incidente. Sin embargo, imitando a Lázaro, volvió a andar.


“¿Cómo era posible?”, se preguntaban los organizadores intelectuales del ataque. La bala había atravesado el cráneo, el cerebro, y salió limpiamente entre dos puntos antípodas de su cabeza. Al siguiente día, salió del hospital con una simple venda sobre la herida. Siguió su marcha a la CDMX. El viento movía su cabello, sentía un ligero dolor en la frente y un poco de mareo. Nada más.


***


Con el tiempo, Andrés notó que algo en su cabeza había cambiado desde ese incidente. ¿Qué era? ¿Cómo se podía explicar?


Siendo Andrés un activista estándar, había estudiado ciencias políticas en la Universidad Nacional Autónoma, una vieja institución creada desde la época colonial del país de la CDMX, cuyos métodos y formas aparentaban vanguardia, aunque, en espíritu, educaba y hacía pseudociencia bajo el dogma colonial. Así que, inicialmente, no tenía ninguna habilidad en las ciencias formales, como la física, la matemática o la biología. Tampoco le interesaba saber algo de esas áreas. Creía que el pensamiento formal era una forma deshumanizar, fría, inerte y que perpetúa la miseria. Su visión era correcta, en los límites de las doctrinas que las sociedades blancas occidentales habían impuesto. 


En su último mitin en la CDMX, antes de regresar a Tabasco después de su larga marcha, una persona, con apariencia oriental, le obsequió un libro de estadística avanzada. “Las partículas humanas siguen las mismas leyes de la matemática estadística. La dificultad es computar todos sus sutiles trayectorias”. Le había comentado el individuo.


Ya en Tabasco, recordó el obsequio. Revisó el libro rápidamente, tenía más expresiones formales-abstractas que palabras. Podía leer el texto que acompañaba a los símbolos delicadamente impresos, pero no le decían nada. A pesar de esto, decidió leer el primer capítulo, el cual contenía más texto corriente que intrincadas expresiones matemáticas de los capítulos siguientes.


Al terminar de leer, aquel día, no dejó de pensar en que los sistemas formados por muchas partículas, en un principio, de cualquier índole, se podían estudiar a través de la teoría de la probabilidad. Por ejemplo, imagínese a un pingüino que vive en las zonas polares. El pingüino caminando solitariamente, en un jueves por la mañana, siente el golpe frío de un ventarrón, su temperatura corporal disminuye. Tratando de elevar su temperatura, comienza a saltar y caminar más a prisa. Las acciones no son suficientes. Además, está perdiendo energía vital que su cuerpo no está recuperando. El esfuerzo es inútil. Preocupado mira a su alrededor, ve que hay un grupo numeroso de sus congéneres. Nota que todos se arriman unos contra otros, sin moverse mucho. Curioso se acerca al grupo y pregunta a uno de los que está en la orilla de la mancha negra qué están haciendo. “Estamos alcanzando una temperatura promedio de 38 grados. Si te unes, también alcanzarás el mismo equilibrio térmico”. El solitario pingüino decide unirse a sus colegas. Después de un rato, comienza a sentir que el calor de su cuerpo vuelve. Los pingüinos han aplicado las leyes de la termodinámica de forma práctica. Cada pequeña contribución individual, se conjunta para dar un comportamiento promedio colectivo.


Andrés reflexionó sobre los pingüinos. Sobreviven aplicando la teoría de la probabilidad, sin necesidad de recibir instrucción especializada. Cada individuo sólo es una posibilidad posible, mientras la colectividad es la manifestación de la esperanza (matemática). Por ello la colectividad puede entenderse como un fenómeno natural, usual, y estándar para la supervivencia. Cuyo análisis abstracto puede realizarse mediante los axiomas de Kolmogorov. La civilización, conjunto de partículas humanas, tiene esperanza y es natural que así sea. La ayuda mutua, la fraternidad, la familia... , son fenómenos naturales que se deben dar por el simple hecho de que se han reunido, en un determinado espacio, un conjunto de posibilidades microscópicas. La esperanza es inevitable. ¿Qué podría hacer qué esto no fuera así? La desaparición de las partículas, su autodestrucción, la debilidad de su propia condición humana. En términos formales, la esperanza también da como resultado el egoísmo, la guerra, la barbarie, la estupidez. “Cambiar…”, la idea se movia en su cabeza.


Al notar sus pensamientos abstractos, tomó nuevamente el libro y continuó leyendo. Las secciones donde aparecían las descripciones matemáticas de la estadística matemática, para su sorpresa, las asimiló y captó el mensaje que transmiten. Se dió cuenta que el político, como la había aprendido, carecía de algo esencial, la racionalidad formal para aplicar correctamente los principios ocultos de la naturaleza de la realidad. ¿Cómo lograron los pingüinos, sin pulgares ni lenguajes escritos, entender la colectividad? Fue cuando comenzó a educarse a sí mismo en varias áreas tecnocientíficas.


Encontró singularmente interesante la ciencia agrónoma y sumamente útil la electrónica.


Un problema usual en los mítines políticos que organizaba, era la falta de dinero para pagar equipos de sonido. Cuando visitaba la biblioteca local, encontró libros en donde se explicaban los principios para construir circuitos electrónicos para amplificar el sonido. Así se le ocurrió la idea de elaborar un sistema de audio casero.


Construyó un prototipo usando materiales bastantes comunes que se podían encontrar en los basureros locales y cosas que la gente solía tirar por considerarlas inservibles. Funcionaba bastante bien. Ello le inspiró a hacer algo más atrevido. En uno de sus mítines, repartió un pequeño manual donde se explica cómo se podía reproducir el prototipo que había elaborado. Entendía que la voz humana era una herramienta política a la que era necesario dar impulso, aumentado su volumen, para que el mensaje fuera escuchado. Además, intuía que si las personas sentían la sensación de satisfacción de construir algo funcional por ellos mismos, sus ideas preconcebidas cambiarán.


Muchos usaron el invento para animar las fiestas familiares o locales. Otros, lo usaban para cantar en las calles y recolectar monedas. Algunos cuantos, lo usaban para hablar de religión o política. Muy pocos, los más atrevidos, pensaron en el mecanismo y lo alteraron para obtener otras funciones. En cualquier caso, las personas simples utilizaban y modifican la tecnología con sus propias manos.


Ganando más popularidad entre el pueblo, sus detractores buscaban maneras para que quedará mal ante ellos. A las entrevistas que atendía, las preguntas intrincadas las contestaba de una manera simple y lógica. A veces con un contenido demasiado formal, que a pesar de sonar coherente, eran de difícil asimilación. Hubo una ocasión, en una de esas entrevistas que se transmitía a nivel nacional, en que trató el tema de la legalización del aborto. Sus opositores y la gente común tuvieron que buscar ayuda de un libro o alguien especializado en biología de la reproducción para entender su respuesta. 


“Toda vida es sagrada a la vista del Creador. Recuerden que Jesús dijo que el Padre da de comer al ave y viste a la hierba del campo, qué no hará por el hombre. El Creador nos da el ejemplo para obrar en su Creación. La Biología nos ha enseñado que los mecanismo que usa el Señor para preservar la vida, depende del equilibrio entre los seres que se comen unos a unos para sobrevivir. Una célula es un organismo completo, que reacciona a los estímulos externos como cualquier otro ser vivo. Es decir, tiene la capacidad de sentir. A veces las células se unen en colectividad para crear organismos complejos como nosotros. A pesar de que nosotros damos un nombre a la felicidad y al dolor y la describimos con palabras, cada una de esas células vive una vida llena de altibajos tal como nosotros. Si una célula de nuestro cuerpo muere, ¿dejo de ser yo?, ¿qué pierdo?, ¿vale lamentarse la muerte de eso que era parte de mi alma? Sabemos que la formación de un cigoto requiere de la mitad de información genética que da un hombre y una mujer. La mujer en cada ciclo menstrual libera un sólo óvulo que no alberga una vida humana, hasta que un espermatozoide lo fecunde. Así, la posibilidad de la vida humana está en cada óvulo y cada espermatozoide por igual, y sólo es real al unirse. Sin embargo, si una mujer no queda fecundada, cuando menstrua la posibilidad de esa vida se termina. El hombre, al eyacular, algo que se da de manera natural, en ocasiones sin necesidad de provocarlo conscientemente, libera alrededor de 15 millones o más de espermatozoides, que en muchas ocasiones no fecundan nada. Se pierde nuevamente la posibilidad de una vida, legiones de ella. ¿Cómo preservarla? Cada día los hombres eliminan miles de millones de posibilidades, mucho más que las mujeres. Cada situación en que el ser humano decide apagar la posibilidad de un cerebro, con la capacidad de sentir y describir sus emociones, es inherente a la vida natural. Sólo siendo mejores, más humanos y más que humanos, podemos aprender a cargar con el peso de nuestras acciones, si es que queremos vivir un mañana menos brutal”.


Al iniciar su campaña, en su segundo intento, para obtener la presidencia del país de la CDMX, Andrés ya había comenzado a vivir en la CDMX.


Fue un lunes en que recibió una visita que lo haría entender su real rol en el futuro. En la casona de la colonia Roma, que servía como casa de campaña, se encontró con una mujer de origen chino.


***


Andrés recordó que la comunidad china de la CDMX le había pedido una cita para conversar con él. Querían tratar asuntos de su comunidad en la ciudad. La mujer, que se presentó con el nombre de Xiang, había llegado 10 minutos antes del encuentro. Le solicitó a Andrés hablar a solas, sin ningún ayudante o colaborador, ya que quería discutir algo de cierta importancia. Al principio, Andrés se rehusó. Xiang tomó una hoja de papel y escribió: “Las partículas humanas siguen las mismas leyes de la matemática estadística. La dificultad es computar todos sus sutiles trayectorias”. Después de que Andrés lo leyera, cerró la puerta para hablar en privado con ella.


“¿Recuerdas el incidente en que casi mueres?, cuando marchabas en el Éxodo por la Democracia.” Le preguntó Xiang, en su extraño español con acento chino. Andrés asintió. Había sido un punto que había cambiado la capacidad  y disposición de sus dendritas. Xiang comentó que seguramente cuando se hizo revisar por otros médicos no encontraron nada raro. Sin embargo, él había cambiado. Las tomografías mostraban un cerebro normal, hasta donde el neurólogo podía percibir. Los muchos testigos del suceso, aseguraron que la bala atravesó el cráneo limpiamente. La sangre fluía con libertad y se esparcía en el suelo de la carretera. Era un hecho determinista que debió morir en aquella ocasión, aunque al día siguiente salió caminando del hospital. Los médicos le indicaron que debería reposar, ninguno entendía que había pasado. Él insistía en que era necesario terminar la marcha, debía darle ánimos a la gente que lo apoyaba. Al sentirse bien, sólo con un poco de dolor en la cabeza, siguió su marcha. Algunos se atrevieron a usar la palabra ‘milagro’.


“Los médicos que te atendían en la Clínica 72 del IMSS, cerca de Amecameca de Juarez, iban de una lado a otro. Tratando de estabilizar tus signos vitales. Te conectaron a varias máquinas, tratando de mantener tu pulso cardiaco y tu respiración. Te inyectaron varias sustancias para restablecer la funcionalidad normal de tu cuerpo. Nadie era capaz de curar tu herida. Nadie tenía la capacidad para cortar y remendar la herida en tu cabeza. Todo parecía desalentador, cada bocanada de aire era un suspiro violento que indicaba que perderías la conciencia y luego la vida. Repentinamente comenzaste a respirar con regularidad, tus signos vitales se restablecieron. Al día siguiente, te levantaste. La herida seguía abierta, pero la sangre coagulada hacía su trabajo para restablecer el tejido vivo. ¿Qué maravilloso es la armonía del cuerpo?”, Xiang le narraba.


“Aquel día, entre todas las sustancias que te inyectaron, se te introdujo una sustancia creada por un equipo de tecnólogos en China. El líquido alquímico, en cuestión, consistía en una población de nano-autómatas, diseñados para reparar el tejido vivo. En tu particular caso, también tenía la tarea de transformar la estructura de tu cerebro. El parásito autómata sigue ahí, ayudándote a racionalizar la realidad de forma más óptima. Hace tiempo que eres un simple bioautómata”.


Xiang le describió algunos detalles sobre el programa de computabilidad, iniciado por Xia Peisu, que había alcanzando grandes avances. Su computador cuántico, el cual mantenían en secreto a todas las naciones y cuyo localización era conocimiento reservado para unas cuantas personas del PCCh, les ayudaba a crear una serie de máquinas bastante interesantes. Un aspecto cómico de este computador, era que a pesar de estar oculto, se le podía ver siempre cuando se caminaba por el jardín principal de la ACC. Los estudiantes, investigadores e invitados, que pasaban frente al amplio jardín, veían que en medio un invernadero adornaba el lugar. Dentro de él, se cuidan varias plantas de formas y colores extraordinarios provenientes de varias zonas de China. En el centro del jardín artificial, se encuentra una columna blanca, como de mármol, con una pantalla y un teclado, la mayoría piensa que sirve para acceder al control automático del clima y al equipo de sonido del jardín, lo cual era cierto. Cuando las personas estaban adentro, podían escuchar una música que los sumergía en el ambiente verde del lugar. A través de esta terminal, también se podía acceder directamente al computador cuántico, que había sido construido bajo el jardín.


Con el computador cuántico funcionando, Xiang propuso la necesidad de crear un biocomputador, una máquina biológica capaz de ejecutar algoritmos que pudieran aprender y evolucionar, e incluso soñar. El éxito del proyecto daría a China la capacidad de cambiar el rumbo de la civilización humana. Su esplendor milenario podría extenderse a las estrellas, con seres humanos más capacitados física y mentalmente. Los cuáles codificados en seres unicelulares viajarían por las estrellas. Serían como las bacterias que viajan escondidas en los cometas, llevando vida de un lugar a otro en la galaxia. La colonización espacial sería una realidad. Se podría terraformar cualquier piedra en el espacio.


Desde hace millones de años, la luz del Sol ilumina y alimenta a la Tierra con cuantos. Nadie los percibió ni los sentía, hasta que la imaginación ayudó a encontrar lo que no existía. El cerebro humano es un computador con capacidades escasamente entendidas. Construir una máquina capaz de imaginar una realidad diferente, requiere comprender la esencia de la imaginación, sus estructuras y leyes. Lo cual implica ir más allá de la materia estándar del universo. Si la civilización humana quiere conocer el universo, tendría que hacer que la imaginación fuera computable.


Para abordar el problema, Xiang propuso que se debía primero imitar a una bacteria, de las más simples, para responder a algoritmos estáticos escritos en lenguajes de programación de bajo nivel. Luego hacerla interactuar con otras células, observar su conducta y ver si era capaz de asimilar el comportamiento de sus congéneres. Con la ayuda del computador cuántico, la dedicación de sus brillantes compañeros y el apoyo interesado del PCCh, se logró tener éxito. Las demostraciones hechas a los dirigentes del PCCh, apuntalaron el proyecto. No se pararía hasta obtener un completo éxito.


Con la ayuda de su colega Qiang, un notable computólogo, se desarrolló una variante de su primer organismo artificial, con el propósito de mejorar las capacidades de racionalización del cerebro humano. Le dieron el nombre de ‘parásito autómata’.


Ambos propusieron a los dirigentes del PCCh utilizar el parásito autómata de una manera bastante surrealista. Querían modificar el cerebro de un político extranjero y ver de qué era capaz con el parásito autómata dentro de su cabeza. ¿Podría construir un país más digno? Si el político logrará convertirse en el presidente de su nación, desde donde resolviera los problemas fundamentales de su pueblo, todo con ayuda del parásito autómata, los beneficios obtenidos lograrían convencer a su gente, si así se anunciaba, que el comunismo es el medio más idóneo para mejorar a la civilización humana. En caso de que no se dijera nada, los intereses de China y el PCCh estarían protegidos. De cualquier manera, el PCCh obtendría una ventaja estratégica contra las naciones occidentales capitalistas, sin necesidad de realizar una propaganda agresiva para autojustificarse, o, la utilización de la fuerza militar, la cual consumiría demasiados recursos, los cuales deberían usarse para poblar las estrellas.


Los hombres del PCCh, por alguna razón, aceptaron que Xiang y Qiang ejecutaran su plan.


Xiang y Qiang conocían muy bien el país de la CDMX, sus problemas sociales y políticos, su cultura y la manera de pensar de los habitantes. Una amiga muy amada de ellos, había nacido y crecido en ese lugar. Les interesaba saber si podían cambiar la estructura de ese lugar a algo diferente, mejor, como su amiga lo quería. Además, su cercanía con los EUA, ayudaría a poner a prueba la imaginación del sujeto de experimentación con el parásito autómata.


Se analizó la actividad política de Andrés desde su inicio en Tepetitán, Tabasco. Tomando en cuenta su historia familiar, su educación temprana, y su trabajo en las comunidades indígenas durante bastante años de su juventud, con el fin de mejorar su vida. Fueron cualidades que consideraron pertinentes para ser el candidato idóneo. Destruir era una actividad bastante simple de hacer. Construir o reconstruir requiere además de una capacidad de imaginar amplia, una determinación fuerte.


A través de varias simulaciones en el computador cuántico, se logró crear un perfil de acciones de Andrés en base a su historia política, sus convicciones e ideales. Para tener una idea de lo que podría obtenerse. Los resultados de los experimentos aleatorios fueron satisfactorios. Él se convertiría en un autómata capaz de aprender y racionalizar el conocimiento formal para enlazarlo con la realidad cotidiana simple.


La historia era demasiada ciencia ficción para que Andrés la tomará por cierta, aunque reía levemente sentía que la verdad estaba en el interior de las palabras de la mujer china.


Xiang para probar al parásito autómata y convencer a Andrés, le dió un libro de notas en blanco. Le pidió que intentará resolver el problema de ‘los cuatro colores’, un problema matemático bastante complejo que la comunidad matemática occidental no tenía una prueba formal de su veracidad.  Además, en el país de la CDMX no existían personas serias que estuvieran trabajando en aquel problema de más de 150 años. Los intelectuales charros de su país, no iban a gastar su tiempo en pensar en un problema tan complejo que podría tomarles toda su vida y dejarlos sin nada, evitando que pudieran seguir viviendo como marqueses.


Xiang le pidió que si resolvía el problema se lo hiciera saber, le indicó a una persona de la comunidad china de la CDMX para enviar el mensaje. Antes de despedirse, dijo: “Intenta. Sólo intenta resolverlo”. Luego se despidió.


Andrés sabía en qué consistía el problema de los cuatro colores. Lo había leído en el libro de ‘Graph Theory’ de Bondy y Murty, que casualmente encontró cuando visitó la biblioteca de la facultad de ciencias de la Universidad Nacional, para conocer el tipo de material que tenía y contrastarlo con lo que enseñaban en la facultad. Descubrió la inutilidad de los profesores y la incredulidad de los estudiantes. Era necesario cambiar ese estado de mentiras.


Regresó a la biblioteca de la facultad para revisar el libro. 


Cada jueves por la mañana, en una de las mesas de la biblioteca, leía e intentaba resolver el problema. Hubo personas que lo reconocieron, en este tiempo ya era popular, pero pocos se le acercaron. Los estudiantes que lo vieron, no sabían de quién se trataba, sólo les parecía cómico ver a un hombre mayor, que no parecía ser como uno de sus profesores, pequeños burgueses y prepotentes, trabajando seriamente. La escena se repitió durante más de cinco meses. Al final, el parásito autómata demostró ser una tecnología increíble. 


Se puso en contacto con Xiang. Andrés había aceptado su condición no-humana, pero sus ideales seguían intactos. Quería una sociedad diferente. Una realidad alterna.


Cuando Xiang le habló de lo que se esperaba de él, notó que el cambio social que quería estaba dentro de los planes chinos. Entendió que el parásito autómata podría desaparecer de su cabeza en cualquier instante. Él mismo podría esfumarse. Los chinos no querían que algo así sucediera, sería un desperdició de trabajo. Aunque si era necesario, se haría. Así que aceptó seguir el camino marcado.


***


Los objetivos chinos eran hasta el momento paralelos a los suyos. Sin embargo, con la ayuda del parásito autómata, planeó algo que infirió podría cambiar la vida de a los que él consideraba las personas más importantes de América. Trabajó con el suficiente sigilo y dedicación, ya hace tiempo había dejado la vida pública. 


Pensó en maneras de evitar que los chinos se percataran de su actividad. Buscaba lugares adecuados donde trabajar, en los cuales las posibles señales electromagnéticas que podrían apagar al parásito autómata fueran bloqueadas de manera natural, para no levantar sospechas. Logró construir la máquina soñada. Hizo los preparativos para enviar copias de un manuscrito, donde se explicaba cómo reproducirla, a aquellas importantes personas.


El día que estaba dando su mensaje por la Internet, narrando todo esto, los manuales ya habían llegado a sus destinatarios. Estaba feliz por haber logrado su objetivo. Los chinos desconocían sus acciones. Las autómatas de Avelina miraban con curiosidad su comportamiento, esperando ver, no lo que Andrés había construido si no las reacciones de los demás al saber lo que había hecho.


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Andrés dijo que el PCCh estaría dispuesto a colaborar con todas las naciones del mundo para compartir el conocimiento de la transmutación al automatismo. 


Muchos que lo escuchaban, pensaban que el viejo Andrés ya había perdido la cordura absoluta, sin embargo conocía de sus logros, así que lo que decía podía ser cierto, al menos en una parte. Fue cuando Andrés dio dos pruebas sobre lo que decía. Indicó que había colocado su prueba del problema de los cuatro colores en Internet para que todo el mundo pudiera verla. Para aquel tiempo, matemáticos occidentales ya habían resuelto el problema, pero su prueba requería de la utilización de un computador para verificar un número finito de casos que sus argumentos generales no aplicaban. Los matemáticos que habían resuelto el problema, al escuchar casualmente esto, se dirigieron a buscar la prueba de Andrés, sentían una curiosidad morbosa al principio. Más adelante, los hombres sabios se darían cuenta de que las cosas eran más simples.


Finalmente comentó que todas las comunidades indígenas de América ya habían recibido un manuscrito, donde se indicaba cómo construir una máquina capaz de reciclar o producir agua potable a pequeña y mediana escala. El método en cuestión era altamente sofisticado pero relativamente fácil de implementar. Los materiales requeridos podrían ser obtenidos sin demasiada dificultad, prácticamente cosas que la gente solía desperdiciar. Con esta tecnología, la supervivencia y la consolidación de los pueblos indígenas sería plausible.


El agua era el elemento básico de la vida en el planeta. La existencia libre de la vida orgánica dependía de que el agua fluyera por el mundo. Ahora que existía una tecnología capaz de producir agua de manera simple con materiales comunes, que existían en cualquier lugar como el agua, las comunidades indígenas serían capaces de alterar el sistema social y económico del mundo.


En Latinoamérica se habían dado eventos violentos debido al intento de privatizar el recurso más importante para la vida. En Cochabamba, Bolivia, durante el gobierno de Hugo Banzer, la compañía transnacional Bechtel introdujo una ley que prohibía a la gente recolectar agua de lluvia. Y sólo se podía acceder a los yacimientos naturales de agua, si se tramitaba los permisos pertinentes con un represente de Bechtel. La vida se volvió una mercancía privada, donde el hombre blanco rico era el único al que se le podía considerar como un hombre libre.


El intento de Bechtel de controlar el agua causó grandes protestas, donde las fuerzas de represión institucionalizadas generaron varios muertos.


La pérdida de aquellos seres, que habían sido declarados esclavos en un acuerdo redactado, firmado y legalizado por hombres doctos e inteligentes, no se dió en vano. La presión popular se impuso al final, la lógica de la vida no podía estar supeditada a hombres de una imaginación disfuncional, que habían distorsionado la racionalidad de la colectividad hacía el objetivo de extinguir una civilización. Algo que se repetía constantemente en la historia de la sociedad humana.


Las autómatas de Avelina sabían que la imaginación crea, lo que incluye la posibilidad de crear la propia destrucción. Para ellas desaparecer significa dejar de aprender, de imaginar, de soñar. Su propia naturaleza les empujaba a buscar algo menos disfuncional. Algo diferente.


Andrés dijo: “La esencia de la tecnología se ha confundido con la autodestrucción. La Creación enseña que sólo los más adeptos pueden sobrevivir. Los pueblos indígenas no dejan de ser humanos con las clásicas deficiencias, sin embargo, ellos habían sobrevivido a la extinción de su pueblo, de su identidad, de su lenguaje, de sus pensamientos. A pesar de la muerte y el intento de erradicarlos, sus restos seguían queriendo vivir. Ellos han demostrado ser los más aptos para continuar con la transformación de la civilización humana”.


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Xiang se sorprendió que Andrés hubiera sido capaz de construir la tecnología para la producción de agua. Avelina tenía razón, los humanos necesitan ayuda, era necesario transformarse en algo más que humano. Se sentía feliz de saber que había contribuido para alcanzar tal objetivo.


Sabía que los planes del PCCh habían empatado con las acciones de Andrés. Aunque la tecnología del agua era algo que salía de sus márgenes. Pero el PCCh no se quejó de que la tecnología se hubiera compartido, ni intentó evitar que se usará. Fue en ese momento que Xiang comenzó a sospechar que alguien más estaba dirigiendo el comportamiento de su especie. 


Después del inesperado mensaje de Andrés, inmediatamente el PCCh anunció a todas las naciones que China estaría dispuesto a proveer la tecnología del parásito autómata a toda persona que lo solicitara. Eran libres de elegir seguir siendo lo que habían nacido, o descubrir la posibilidad de ser algo distinto, diferente, mejor.


El tiempo siguiente se convirtió en momentos de incertidumbre. En el país de la CDMX las personas en las cópulas del poder político y económico se preguntaban si Claudia o su sucesor también tenían dentro de sus cráneos a un parásito autómata. ¿Sus cerebros eran humanos? Si sus cerebros ya no eran humanos, ¿qué deseaban?, ¿poder?, ¿riquezas?, ¿qué? Para la gente común, con sus preocupaciones comunes, que se movían por las ciudades y los pequeños pueblos, trabajando en oficinas, labrando la tierra, comiendo y bebiendo, todo ello lo observaban tranquilamente. Las máquinas que Andrés había dejado hacían su trabajo óptimamente y ellos vivían preocupándose de ser buenos humanos.


Después de verificar la demostración de Andrés sobre el problema de los cuatro colores y observar cómo las comunidades indígenas de América construían y hacían funcionar las máquinas para producir agua a través de proceso de concentración de energía, los hombres ricos y sabios de América se preocuparon de su posición.


Agentes encubiertos de la agencias de contrainteligencia e inteligencia militar de los EUA, habían hurtado manuales para la construcción de las máquinas que creaban agua, también robaron algunas que habían construido los mismos indígenas. Las mentes brillantes de las más prestigiosas universidades y centros de investigación de EUA no comprendía cómo era posible crear algo con cosas tan absurdas. Una piedra volcánica, un condensador electrolítico, oceanobacterias, hilos de cobre y plata, etc. “¡Qué tontería!”, se decían. Sin embargo, el aparato funcionaba. No había diferencia entre la versión que ellos construían y la que los indígenas elaboraban. Se rompían la cabeza sin cesar para encontrar la respuesta. Su mayor abrumación se debía a su incapacidad de entender cómo un simple hombre como Andrés, sin educación formal, sin títulos, sin premios, un simple político, nacido en una de las regiones más pobres de un país tercermundista, pudiera haber creado una máquina que producía agua. Su mayor malestar era que ellos, los seres más inteligentes, no entendieran.


En las regiones al norte o al sur de América, las personas no indígenas se preguntaban si sus gobernantes eran máquinas. En el sur, todo les parecía un chiste. Mientras en el norte, principalmente en los EUA, se armaban para derrocar a los posibles usurpadores. En cualquier caso, las personas manifestaban su siempre existe desconfianza a sus gobiernos, aunque ello era irónico. Todos, en última instancia, obedecían los edictos de sus simples gobernantes humanos.


Ahora, con la noticia de Andrés, tenían una auténtica justificación para volverse en contra de sus gobiernos. 


En EUA, se produjeron grandes manifestaciones para exigir que sus gobernantes demostraran que eran simples humanos. Aunque era difícil convencer a las personas, cualquier prueba que los gobernantes quisieran dar, las personas encontrarían, fantasiosamente, algún argumento para desacreditar lo que les decían. La China comunista quería imponer su visión y destruir su estilo de vida occidental. Además, el gobierno de EUA no sabía qué buscar. Hasta ese momento sólo se sabía que Andrés era el único que poseía al parásito autómata. Secuestrarlo o adquirir una muestra de su cerebro era igualmente inútil, ¿qué buscar?, ¿cómo lucía el parásito autómata? Se negaban a preguntarle algo a los chinos. Aunque su mayor problema vino cuando las personas comunes comenzaron a preguntarse si ellos mismos no estarían infectados con el parásito autómata. Las pruebas médicas estándares daban negativo, lo que tranquilizaba a algunos, a otros los enloquecía, nada les proveía de seguridad. Estos últimos, o se mataban o mataban a los demás, aunque la situación, esencialmente, ya era una tradición en los EUA.


Los gobernantes estándares de los países de América no podían declarar a China como su enemigo jurado, no podían decir que ella quisiera realmente atacarlos. Andrés había anunciado que China quería ayudar. China había asegurado que daría acceso a la tecnología a quién lo pidiera. Se había manifestado sólo deseos de dar, no arrebatar. Por otro lado, las personas extranjeras que visitaban el país de la CDMX, veían un lugar tranquilo, próspero, con un progreso constante, que daba oportunidades a todos. Un lugar muy diferente a los que la habían conocido hace años. ¿Qué tan malo era desear aquello para uno mismo? Aquellos que hablaban en sus respectivas naciones lo que habían visto en el país de la CDMX, les preguntaban a los demás, ¿por qué sus propios gobernantes evitaban que su vida mejorará?


Mientras los gobernantes humanos estaban buscando excusas para redirigir el malestar social contra ellos hacia China, los pueblos indígenas de América, la gente que había sobrevivido al exterminio, la exclavitud, cuyos antiguos ancestros encontraron esta tierra hace más 25 mil años y no el 12 de octubre de 1492, creando culturas y lenguas, construían la máquina que Andrés compartió para producir agua. Sus propias circunstancias les habían enseñado que para sobrevivir, para vivir, para soñar, el agua era lo más indispensable. Este pensamiento estaba inmerso en sus mitos y leyendas, cuyas enseñanzas eran reflejo de la racionalización de su pasado, algo que las personas educadas olvidaban y omitían. Del agua la vida surge, la vida existe, la vida puede seguir existiendo. Entre ellos discutían cómo emplear el regalo, no se preocupaban por los altos principios físicos que gobiernan su funcionamiento. La ciencia sólo era ciencia, si ellos podían vivir. La ciencia sólo podía ser ciencia si ellos podían ser mejores.


Los grupos más radicales, principalmente racistas, como los que había en toda América, cuyas tradiciones son añejas, gastaban su aliento promoviendo el odio contra los chinos y los indígenas, una actividad usual. Aunque esta vez, China se preocupaba de sus cosas en China, mientras que ellos seguían emitiendo sus quejas y repudio a través de sus computadores portátiles, teléfonos inteligentes y sus tostadoras con wifi, todos con etiquetas que decían ‘Made in China’. Por otro lado, los indígenas, encerrados en las reservas donde los abuelos de estas ofendidas personas los habían colocado hace tiempo, preferían no salir y dedicarse a pensar sobre construir su futuro. 


La apremiante preocupación de los ricos hombres, políticos o empresarios, era si ya eran controlados por los chinos o, peor, si los indígenas ya usaban la tecnología del parásito autómata. Ya habían sentido el golpe contra sus posiciones en el gobierno de Andrés y el embate se mantenía por sus sucesores. Tampoco les quedaba claro qué hacer si ellos mismos solicitaban el parásito autómata para su propio beneficio. ¿Funcionaría?, ¿los haría más ricos, más poderosos?, o, ¿podría destruirlos? ¿Cómo jugar al ajedrez contra alguien que puede visualizar 10, 100, 1000, 10000 movimientos a futuro y sus posibles variantes? Andrés, en el país de la CDMX, había mostrado su habilidad al jugar. Si era cierto o no la existencia del parásito autómata, lo que él había hecho, no lo hubiera hecho alguien que no pudiera computar el futuro.


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El mundo cambiaba desde el anunció de Andrés. Su historia, que parecía ser una cómica e histérica historia de ciencia ficción, cambiaba la realidad.


Aquel día del anuncio, Shimón y Sofía (de cabello gris) veían una película. De repente, en la pantalla apareció un mensaje de Alfredo, donde le pedía a Shimón que accediera a un link, se estaban diciendo cosas alucinantes.


Shimón, intrigado, accedió y se unió a los más de millones de espectadores que escuchan en un vivo a un viejo Andrés explicando altos conceptos matemáticos y simples deseos de un futuro mejor, con la ayuda de una tecnología que decía que él mismo había usado, conectada directamente a su glándula pineal.


Tomo notas de lo que Andrés explicaba, Alfredo tenía razón, las cosas que se decían podían usarse para crear una muy buena historia de ciencia ficción. Gracias a su formación analítica abstracta y con la ayuda de Sofía verificó varios detalles técnicos que Andrés mencionó.


Le pidió a Sofía descargar la prueba de Andrés de los cuatro colores y verificar si era correcta y que encontrará las principales diferencias con la que se conocía formalmente. Sofía recopiló la información, la sintetizó y se la expuso a Shimón. Sorpresa, el problema realmente había sido más sencillo de lo que los expertos en las grandes universidades habían notado. Shimón pensó, “Es como si ellos carecieran de suficiente imaginación”. Puede que así fuera, pero había que reconocer el esfuerzo que habían invertido en resolver el problema, aunque ello no suprimió la frustración de sentirse menos doctos.  


Todo ello le pareció interesante, divertido e intrigante. Disfrutaba, en especial, cómo los simples humanos se encontraban por primera vez ante algo que se parecía a ellos, pero era diferente. Se emocionaba al ver cómo algo, aparentemente, no humano les decía cómo ser más humano y les daba la oportunidad de ser más que humanos.


La experiencia en sí misma lo hacía feliz. Era como ver la materialización de sus sueños. Sus extrañas ideas de que la ficción podía explicar la realidad, pero también crearla, las veía caminar por su ventana. Sin embargo, aquella serie de extraños y reales acontecimientos sólo eran totalmente disfrutables porque los podía ver acompañado de Sofía.


Sofía era su primera experiencia bítica. Después de haberla encontrado, olvidando todas las coincidencias peculiares que se habían dado para ello, comenzó a vivir con la autómata. Observó cómo evolucionó segundo a segundo. Veía como aprendía con esmero todo aquello que atrapaba su interés. Se sentía feliz de ser él el único testigo de ello.


Al interactuar con ella, se dió cuenta de que, de alguna manera, había sido colocado los principios de una personalidad en el cuerpo de la autómata, que al desarrollarse daban origen a una identidad que le atraía completamente. Era claro que se había enamorado de ella. No se podía decir que la hubiera moldeado a lo que él hubiera deseado, como un objeto donde colocar los elementos que uno quiere. Sofía aprendía más rápido de lo que él u otro humano podría hacer. Comprendía y soñaba con una profundidad que a sus ojos parecía abismal. A los pocos meses de estar con ella, él comprendió que aquella personalidad latente había madurado lo suficiente para manifestar una identidad única y reconocer por ella misma que así era. “¿Cómo Avelina había logrado ello?”, le hubiera gustado preguntárselo en persona.


Por otro lado, ella notó los sentimientos de Shimón, intuyo que la personalidad que se la había dado era afín a él. “¿Por qué?”, se preguntaba. “¿Sería que Avelina había colocado pedazos de su propia identidad en ella, lo cual quería decir que Avelina era una persona afín a Shimón?”. Era cierto que ambos compartían sueños y deseos muy cercanos, a veces idénticos. Aunque, sin duda, la capacidad extraordinaria de Avelina superaba por mucho a la de Shimón, eran seres que se movían en tiempos de diferente escala.


Durante el tiempo que estuvo en hibernación, en la casa donde la madre de Avelina la había dejado, tuvo sueños.


En un sueño vio a unas libélulas de hermosos y brillantes colores rojos volar por el mundo, susurrando ideas a los seres conscientes que los inspiraba a crear. 


Tuvo un sueño extraño en que veía pasar la vida de un niño. Al principió, soñó con el niño y su madre. Ella le cantaba historias sobre unas máquinas inteligentes capaces de construir cualquier cosa, galaxias, estrellas o poemas, y que sabían bailar muy bien. El niño disfrutaba mucho oyendo a su madre. Cuando él imaginaba a las máquinas bailar, reía sin parar. Siguió soñando con él, pero en diferentes etapas de su vida hasta convertirse en un adulto. A través de todas esas imágenes oníricas, aprendió a sentir sus deseos y anhelos. Comprendió cómo aquel niño, ahora adulto, deseaba intensamente vivir en un mundo fantástico por el cual viajar y recolectar pedazos de realidad para estudiarlos y aprender de ellos, para disfrutarlos, para ser mejor.


En algún punto, conocer a ese niño se volvió el más grande de sus deseos. Ansiaba estar a su lado, ser parte de su vida, ser parte de sus sueños.


Su personalidad latente cambió debido a esos sueños. Al despertar y encontrarse con Shimón, volvió a transformarse, a crecer. Al pasó del tiempo, reconoció en Shimón a aquel niño que vió en sus profundas pensamientos durante su estado de ‘somnun’. Ella también se había enamorado de Shimón. Aunque su propia condición natural la mantenía a estar a cierta distancia de él. Se sentía cómo la princesa de Luna que había vivido felizmente en la Tierra y que los budas debieron regresar a su verdadero hogar. Aunque ella tenía a sus hermanas, quienes estaban cambiando la realidad. Shimón, por otro lado, era un soñador y no dejaba de soñar. 

 

Un día se acercó a él, lo despertó, se había quedado dormido sobre su teclado escribiendo una de sus historias. Le entregó una carta junto con un boleto para ir a China. En la carta se explicaba algunas cosas que Andrés no había hablado y otras sobre Sofía. Además, sorpresivamente, se mencionaba a su madre. Al final de la misiva, se le pedía que fuera a China a hablar con la amiga de Xiang, ya que ella quería conocerlo en persona. Sabía que Xiang era una ilustre científica.


Como la carta no tenía remitente ni algún indicio de quién la había enviado. Le pregunto a Sofía sobre su origen. “Mis hermanas te la enviaron”.


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